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Afinación

La afinación del piano consiste en dar a cada una de sus cuerdas la tensión adecuada, cuidando la relación que guardan entre ellas.

Hay varias razones para afinar el piano, principalmente para conseguir una buena educación auditiva y para conservar el instrumento en buen estado a lo largo de los años y así prolongar su vida útil. Un piano afinado regularmente mantendrá su estructura muy próxima a la tensión ideal, lo que disminuye la fatiga de los materiales e incrementa la estabilidad del instrumento, y por tanto, su afinación.

No existen dos pianos que suenen y se afinen exactamente igual, aunque sean de la misma marca y modelo, pues las diferentes piezas que lo componen, sobre todo las de fieltro y madera, varían mínimamente en sus características. Por ello, cada piano tiene una inarmonía diferente, lo que obliga a prescindir de afinadores electrónicos, ya que por muy avanzados que éstos sean no son capaces de diferenciar las diferentes características de cada instrumento y no llegan a todo lo que puede captar el oído humano. Están bien como apoyo, e incluso para subidas de tono bruscas son ideales, pero para lograr sacar el máximo partido al instrumento es necesario afinarlo de forma aural.

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¿Por qué se desafina?

Como decía más arriba, principalmente los cambios climáticos, el uso y el estado del instrumento serán los principales determinantes.

Los pianos están hechos en gran medida de madera, material muy sensible a los cambios de humedad. La tabla armónica tiene forma convexa, y si variamos la humedad, ésta se contraerá o dilatará, haciendo que los puentes hagan mayor o menor tensión sobre las cuerdas. Esto provoca que el piano se suba o baje de tono. Las cuerdas, como el resto de elementos metálicos, están sometidos a dilataciones y contracciones propias de los cambios de temperatura.

Cuanto más usamos algo, antes lo desgastamos, y el piano no es una excepción. Cuanto más lo toquemos, antes se desafinará. Al percutir una sola cuerda todo el piano vibra, todos los elementos salen de su estado de reposo, lo que provoca mínimos desajustes en la tensión de las cuerdas. Si eso lo multiplicamos por los millones de veces que se percuten las cuerdas, tenemos otra causa de desafinación.

Por lo general los pianos tienen unas 230 cuerdas con una tensión media de unos 90 kg cada una, lo que nos da unas 20 toneladas que ha de soportar la estructura (arpa, clavijero, tabla armónica, barraje…). Toda esta tensión afecta directamente a los materiales, y ese es otro punto clave: su estado, su calidad, técnicas constructivas… todo va a influir en que los materiales sufran más o menos variaciones, lo que repercute en que la afinación sea más o menos estable.

¿Cada cuánto debo afinarlo?

La gran mayoría de fabricantes recomiendan afinar entre seis meses y un año. Aunque sí nos sirve como referencia, es relativo, pues cada piano está sometido a condiciones diferentes, y evidentemente, va a depender del nivel de afinación que queramos.

Si es un piano recién trasladado, debemos dejarle de dos semanas a un mes de aclimatación a las nuevas condiciones de la estancia. Si además es nuevo, es muy recomendable realizar dos afinaciones al menos el primer año, de esa forma logramos estabilizar el tono.

En cuanto al uso, también depende de cómo lo toquemos, cuanto más fuerte toquemos, más se desafinará. Usándolo entre una y dos horas diarias, necesitará afinarse cada seis meses. Si el uso es menor, con una afinación anual es suficiente. Si el uso es nulo o esporádico, no dejar pasar más de 2 años.

Para pianos con mayor uso, lo ideal es realizar las afinaciones cada dos o tres meses, y en conciertos o grabaciones, se afinará siempre antes de cada actuación, y durante los descansos se harán retoques.

Mi piano lleva muchos años sin afinarse…

Un piano, aunque no se use, pierde gradualmente la tensión de las cuerdas, alrededor de 1 Hz al año. Si nos saltamos el mantenimiento durante más tiempo del debido, el piano se bajará de tono. Para alcanzar de nuevo la tensión correcta será necesario realizar una subida de tono, y al cabo de unas semanas realizar una afinación. En algunas ocasiones es necesario realizar otra afinación extra para conseguir la estabilización deseada.

Esto es así debido a que la estructura (arpa, tabla armónica, puentes, clavijero…) está sometida a la tensión que ejercen las cuerdas, cercana a las 20 toneladas. Cuando volvemos a afinar un piano bajo de tono, el cambio de tensión es tan grande que los materiales necesitan un período de adaptación mientras se reparte la nueva tensión. Este período variará según el piano y lo bajo de tono que esté, normalmente dos semanas son suficientes para que el piano se asiente. Lógicamente, la afinación variará y no será estable durante este proceso.

Hay que señalar que el riesgo de rotura de cuerdas (o del arpa) se incrementa al volver a tensar éstas. Cuantos más años tengan y más tiempo sin afinarse lleven, mayor riesgo de rotura.

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