La afinación del piano consiste en dar a cada una de sus cuerdas la tensión adecuada cuidando la relación que guardan entre ellas.
No existen dos pianos que suenen y se afinen exactamente igual, aunque sean de la misma marca y modelo, pues las diferentes piezas que lo componen variarán mínimamente en sus características y estructura molecular. Por ello, cada piano tiene una inarmonía diferente, lo que obliga a prescindir de afinadores electrónicos, ya que por muy avanzados que éstos sean no son capaces de diferenciar las diferentes características de cada instrumento y no llegan a acercarse ni de lejos a todo lo que puede captar el oído humano.
El piano se desafina principalmente por los cambios climáticos, el uso y el estado en que se encuentra el instrumento. Un piano que se toca entre una y dos horas diarias, necesita afinarse al menos dos veces al año. Si el uso es menor, con una afinación anual es suficiente. Para pianos con mayor uso, como los de conservatorios y escuelas, lo ideal es realizar entre 3 y 6 afinaciones anuales y para pianos de conciertos o grabaciones, se afinará siempre antes de cada actuación.
Hay varias razones para tener el piano siempre afinado, principalmente para conseguir una buena educación del oído y para conservar el instrumento en buen estado a lo largo de los años y así prolongar su vida útil. No afinar el piano durante largos periodos de tiempo acarrea reparaciones muy laboriosas y costosas.